Establecimiento de cementerios ventilados (planos trazados por Manuel Tolsá), 1809
Resumen
Las prácticas y costumbres funerarias en la Nueva España fueron parte de una herencia religiosa ancestral en la que la morada final de los difuntos podía ser los muros de catedrales, iglesias, conventos y hospitales. Dichas prácticas estaban vinculadas con la organización socioeconómica de la comunidad novohispana; entre más alta era la posición social, se ocupaban mejores espacios en el interior de las construcciones religiosas. Un ejemplo es el altar, por la noción de que entre más cerca se colocaran los restos más cerca se estaría de Dios, mientras que el resto de la población debía conformarse con una cercanía escasa.
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