Doscientos años del Archivo General y Público de la Nación: reflexiones sobre una herencia olvidada y cómo recordarla
Resumen
El 25 de agosto de 1823 —a dos años de la consolidación de la Independencia de México—, Lucas Alamán, Ministro del Ministerio de Asuntos Interiores y Exteriores, comisionó a Juan de Dios Uribe y a Ignacio Cubas a que organizaran el Archivo General y Público de la Nación (AGPN) “que debía comprender todos los negocios concluidos, documentos y otras cosas antiguas e interesantes para la historia”. De acuerdo con el documento de comisión, este archivo debía organizarse con lo que aún existía del archivo de la Secretaría del Virreinato, también conocido como Archivo General de la Nueva España (AGNE).
En realidad, la documentación con la que debían organizar el archivo era poca y estaba en malas condiciones. Al momento de su fundación, en 1790, el AGNE ya había sufrido pérdidas considerables y contaba con poca documentación en comparación con lo que había antes del Motín de 1692, cuando la multitud de la ciudad —desesperada frente a la escasez— entró a lo que hoy conocemos como Palacio de Gobierno y quemó los archivos administrativos. Conforme con el testimonio de Alexander von Humboldt —quien visitó el AGNE en 1803— los documentos que fueron rescatados del fuego colérico de la desesperación por hambre se encontraban debidamente organizados pero, no eran muchos
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