Un poema desconocido del P. José Julián Parreño, jesuita expulso en 1767
Resumen
Habla Beristain, siguiendo al P. Andrés Cavo, biógrafo de José Julián Parreño, de un suceso ocurrido a éste, que es significativo en tanto que resume la labor intelectual de los jesuitas en la Nueva España. Al P. Parreño se le reconoció como Primer predicador a la moderna y, junto con el Dr. D. Antonio López Portillo, como reformador de la oratoria sagrada. Todo cambio hubo de traer aparejadas no pocas reprensiones, sobre todo en actos eclesiásticos y bajo la formación impuesta a los jesuitas en las aulas de San Ildefonso y en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de México. Uno de sus prelados, dice Beristain, le reprocho el que introdujese novedades en el púlpito. "Yo no introduzco novedades -repuso Parreño- sigo el ejemplo de Cicerón y lo cristianizo." Es un dato interesante por cuanto ésa parece ser la meta intelectual de los humanistas que en el siglo XVIII determinaron la visión de nuevos horizontes intelectuales y nuevos módulos de pensamiento.
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